El presente documento hace parte del expediente técnico construido con los líderes y autoridades tradicionales AZICATCH y enviado a Mincultura, con el objeto de postular los bailes tradicionales de los pueblos indígenas de la Chorrera a la LRPCI como estrategia para su salvaguardia. De manera general se presenta una definición de los bailes, su estado actual y los riesgos que se afrontan actualmente para garantizar que el conocimiento y las prácticas asociadas a estas manifestaciones culturales se sigan transmitiendo y se mantengan en el tiempo. Finalmente se muestra el vínculo que los bailes tienen con los campos del PCI y los criterios de valoración para su inclusión en la LRPCI de acuerdo con lo establecido en el artículo 2.5.2.5. del decreto 2358 de 2019.
El proceso de postulación de los bailes tradicionales de los pueblos indígenas de la Chorrera a la LRPCI de nivel nacional, requirió de la definición conjunta de una metodología informativa y participativa, a través de la cual, con la colaboración de líderes y dinamizadores de la AZICATCH, se buscó dotar a las comunidades indígenas de la Chorrera de información suficiente sobre aspectos conceptuales y técnicos sobre el PCI y las estrategias de salvaguardia vigentes a nivel internacional y nacional, y la generación de información primaria para la caracterización del estado actual de los bailes tradicionales como garantes de la pervivencia cultual de los pueblos y el entorno natural en el que habitan.
Está metodología se desarrolló en tres fases: 1. Concertación y socialización; 2. Revisión de fuentes documentas y elaboración del expediente técnico y 3. Postulación.
Definición de los bailes tradicionales
Los bailes tradicionales corresponden al nivel más especializado del chamanismo de los pueblos indígenas. Este tipo de rituales exige el conocimiento de los repertorios de ceremonias cotidianas destinadas a la curación o a la gestión de los recursos de la selva. En estas sociedades animistas donde humanos y no-humanos tienen el estatus de “persona” los bailes exigen la celebración de ritos particulares de alta complejidad que permiten regular las relaciones entre los humanos y las entidades de la naturaleza (Garcia, 2018)
En términos generales se puede decir que los bailes tradicionales son celebraciones colectivas donde los invitados bailan sin interrupción durante al menos dos días. Estas celebraciones involucran a varias malocas (casas multifamiliares tradicionales): el grupo de una de ellas recibe a los jefes y grupos de cantores-bailarines de una o más malocas. El jefe de la maloca huésped dirige el baile y coordina la actividad ritual de la ceremonia tanto como la producción de alimentos cultivados. Los jefes de las malocas invitadas se ocupan de prácticas ligadas a la cacería, la pesca o la recolección de frutos silvestres y preparan las danzas y cantos a ejecutar durante estas fiestas. El rol de invitado y de anfitrión puede intercalarse y de no existe ningún tipo de diferencia jerárquica entre las personas que juegan uno u otro rol (Garcia, 2016).
Un baile tradicional no se limita a los dos días de festividades y danzas durante los cuales los invitados y anfitriones se reúnen, sino que comienza mucho antes con varios rituales preparatorios. Todo el ritual puede ser dividido en cinco partes. En primer lugar, los invitados plantan una gran chagra (campos de cultivo), cuyos productos se utilizarán para las festividades; esta etapa se caracteriza por recitaciones y discursos rituales nocturnos. Un segundo período se abre con la cosecha de los productos del jardín ceremonial y con la preparación de la comida para el festival. La tercera parte del baile ritual está dedicada a las convocatorias o invitaciones de cada jefe invitado (socio ceremonial). Es en este momento que los invitados van a la maloca del anfitrión para entregar la cacería o productos silvestres destinados a la fiesta y luego realizan las primeras danzas ceremoniales. La cuarta parte del ritual constituye el momento central de la actividad ceremonial: los diferentes grupos de cantantes-bailarines, reunidos en un solo grupo de invitados, llegan a la maloca del celebrante donde bailan durante dos días y una noche. Finalmente, en la última noche del baile, tiene lugar la última parte: el cierre de la fiesta. Cada una de estas cinco partes se compone de una o más ceremonias. Por lo tanto, lo que se llama «baile» no es un simple rito sino un conjunto de rituales (Garcia, 2016).
Estado actual de los bailes tradicionales
En la actualidad los pueblos indígenas de la Chorrera conservan el conocimiento y siguen practicando un buen número de bailes tradicionales, pero como consecuencia de la historia de relacionamiento con la sociedad no indígena, sus modos de vida han ido cambiando, poniendo en riesgo constante de desaparición estas manifestaciones que son fundamentas para la pervivencia física y cultural de los pueblos y del entorno natural en el que habitan. Así mismo, fenómenos sociales y económicos como la cauchería, la biopiratería, la llegada de diversos movimientos religiosos e incluso la imposición de la educación formal, han sido responsables de procesos de emigración y de reconfiguración social que se han convertido en una amenaza continua para la trasmisión de los conocimientos y practicas asociadas a las ceremonias y bailes tradicionales (Acosta, y otros, 2011).
En este contexto, si bien se afirma que los bailes tradicionales son una práctica cultural viva, es necesario reconocer que algunos se hallan en alto riesgo de desaparición, en muchos casos por falta de celebrantes iniciados. En todos los casos la cantidad de celebrantes se ha ido reduciendo y el interés de las generaciones actuales por este tipo de ceremonias es cada vez más frágil, lo que da cuenta de las dificultades que se enfrentan para poder garantizar la existencia de estas manifestaciones culturales en el tiempo y por tanto de la necesidad de implementar acciones de salvaguardia que vinculen no solo a los portadores sino a la sociedad en general (Garcia, 2016; AZICATCH, 2006).
Vínculos con los campos y los criterios de valoración del PCI señalados en los artículos 2.5.2.4. del decreto 2358 de 2019
La descripción y análisis nos ha permitido mostrar que estas manifestaciones se integran plenamente al menos a 6 de los 14 campos de alcance de la LRPCI. En efecto, se ha visto que los bailes tienen un vínculo importante con el campo de las “Lenguas, lenguajes y la tradición oral” dado que movilizan importantes repertorios discusivos y mitológicos, pero también porque es el contexto ideal para el uso de las lenguas autóctonas. Por otro lado, su práctica genera, actualiza y promueve el “Conocimiento tradicional sobre la naturaleza y el universo”. Son como además el nivel más alto del chamanismo de estos grupos y gracias a ello constituyen el nivel más especializado para ejercer y aprender la “Medicina tradicional”. En las descripciones presentadas se ha mostrado que los bailes son el contexto principal donde se ejecutan prácticas como la danza, el canto y las artes plásticas (mascaras, tejidos, pinturas, etc.) por lo que se integran perfectamente al campo de las “Artes”. Los bailes de la son vistos simultáneamente como “eventos religiosos tradicionales de carácter colectivo” y como “actos festivos y lúdicos” donde todos los grupos convergen de manera voluntaria y deseosa.
En cuanto a los criterios de valoración para su inclusión en LRPCI, en este documento se ha mostrado que se trata de una manifestación de alta “Correspondencia con los campos de PCI”. Hemos visto que es una manifestación de alta “significación” en la medida en que contribuye con la identidad de grupo y determina criterios que establecen una comunidad de celebración que aglutina y determina la vida ceremonial y cotidiana. Es por lo mismo una manifestación de “Naturaleza e identidad colectiva” en la que todos los pueblos convergen y a través de la cual se mantienen relaciones con otros grupos vecinos y con la sociedad nacional. En cuanto a la “vigencia” se ha mostrado que se trata de una práctica viva que a pesar de los reveses que ha sufrido esta sociedad pervive hasta el presente. Junto a ellos se ha mostrado que aún si esta manifestación determina que ciertos grupos o linajes dirigen algunos de los rituales, en general se trata de una práctica incluyente donde todos pueden participar siguiendo rigurosamente el principio de “equidad”.
Este ejercicio de investigación participativa para que los bailes tradicionales sean parte del PCI de la nación, es crucial para la pervivencia de las culturas que habitan el Amazonas. Esta alternativa de visibilizar las costumbres y saberes de las comunidades es un ejemplo de reconocimiento por la sociedad mayoritaria frente a los conocimientos ancestrales y sus buenas prácticas y relaciones con la naturaleza. De esta manera se puede llevar a cabo la recuperación de conocimientos y fortalecer los lazos entre las personas y estas con la naturaleza.
La postulación de los bailes tradicionales de los cuatro pueblos indígenas que constituyen AZICATCH es un aporte al reconocimiento de los saberes ancestrales y su relación con la naturaleza. El fortalecimiento de las prácticas culturales hace que la cosmología y cosmogonía se mantengan y con ello su relacionamiento con el territorio, las entidades espirituales y la biodiversidad. Manteniendo la cultura se conservan los ecosistemas y las buenas prácticas de las comunidades para con el entorno, así se ejemplifica la sostenibilidad ambiental que se busca en el CDB y los ODS.