El Instituto hace también investigación de la diversidad de la fauna silvestre consumida por las comunidades locales. Para ello emplea una metodología que le permite la identificación, en conjunto con las comunidades, de aquellas especies utilizadas en la alimentación y cuyo uso puede exceder su abundancia y llevarlo a la insostenibilidad.
A partir de metodologías participativas (listas libres, consenso cultural) se indaga por el conjunto de especies que son objeto de uso y su priorización por parte de las comunidades y se establece la percepción de sus abundancias (Weller 2007, Van Holt et al. 2010, Borgatti & Halgin 2011). Posteriormente esta abundancia se compara con la frecuencia de uso referida por las comunidades y de esta manera se establecen las especies que pueden estar siendo utilizadas por encima de su disponibilidad.
A continuación, se presenta un ejemplo de la indagación preliminar de la vulnerabilidad de un taxón ante el consumo, obtenido con los métodos descritos.
De esta manera se inicia el seguimiento por parte de las comunidades, que involucra tanto el consumo diario, mensual o anual y la oferta poblacional. Para la indagación de esta oferta se usan metodologías estándar y específicas de acuerdo al taxón de interés, pero también se adaptan y estandarizan métodos comunitarios de ubicación y captura de sus presas, de tal forma que se optimiza el esfuerzo de muestreo a partir del conocimiento y la experiencia local, sin perder rigurosidad.
A partir de la información consumo/cosecha y de oferta (individuos/área) se estima la sostenibilidad del aprovechamiento. Este análisis, en conjunto con consideraciones socioeconómicas y culturales, permite que las comunidades de manera concertada entre ellas establezcan medidas de manejo nuevas o ajusten las existentes para garantizar la permanencia del recurso.
Esta metodología parte de las siguientes consideraciones y principios: el monitoreo comunitario busca resolver problemas de la cotidianidad, del bienestar personal y colectivo, nace o se ajusta a una necesidad comunitaria. En este sentido tiene un objetivo concreto y finito que puede y debe ajustarse al cambio en la medida que las acciones transforman la realidad inicial o problemática. El monitoreo comunitario no sería necesario si las condiciones ambientales (naturales, sociales y económicas) no generaran tensión y conflictos.
Involucra los saberes de muchos y de distinto tipo, Involucra metodologías culturales y científicas para medir y evaluar las variables de interés como se anotó anteriormente, y construye un nuevo cuerpo de conocimiento y no privilegia ningún saber sobre el otro, se complementa. En la cotidianidad de un monitoreo comunitario prima la flexibilidad en la participación, acuerdo periódico y de corto plazo son efectivos para obtener resultados, mantener el interés y promover el fortalecimiento permanente de capacidades de todos los integrantes.
A partir de las experiencias de monitoreo comunitario de fauna en la Amazonía es relevante que este ejercicio termina formalizando unos saberes que existen, individuales o colectivos; resulta útil para tomar decisiones colectivas sobre un recurso común, empodera y genera sentido de pertenencia lo que lo convierte una estrategia de participación realmente efectiva.
Fichas del capítulo III